domingo, 27 de septiembre de 2009

"Un fantasma recorre Europa"

"Detrás del escritorio había un señor mayor. Parecía como si estuviera calculando algo. Sofía se le acercó y le preguntó su nombre.
Él ni siquiera se molestó en levantar la vista.
_Scrooge _dijo, y volvió a inclinarse sobre los papeles.
_Yo me llamo Sofía. ¿Eres un hombre de negocios?
Él asintió con la cabeza.
_E inmensamente rico. No quiero perder ni una corona, por eso tengo que concentrarme en la contabilidad.
_ ¡Qué aburrido!
Sofía le dijo adiós con la mano y prosiguió su camino. Pero había avanzado pocos metros cuando vio a una niña que estaba sentada completamente sola debajo de uno de los altos árboles. Iba vestida con harapos y parecía pálida y enfermiza. Al pasar Sofía, la niña metió la mano en una bolsita y sacó una caja de cerillas.
_ ¿Me compras una caja de cerillas? _preguntó.
Sofía buscó en el bolsillo para ver si llevaba dinero encima. Sí, por lo menos tenía una moneda de una corona.
_Cuestan una corona.
Sofía dio la moneda a la niña y se quedó parada con la caja de cerillas en la mano.
_Eres la primera persona que me ha comprado algo en más de cien años. Algunas veces me muero de hambre, otras me muero congelada.
Sofía se acordó del rico hombre de negocios que acababa de ver. No era necesario que esa niña muriera de hambre, cuando ese hombre tenía tanto dinero.
_Ven aquí _dijó Sofía.
Cogió a la niña de la mano y la llevó hasta el rico hombre de negocios.
_Tendrás que procurar que esta niña tenga una vida mejor _dijo.
El hombre, sin levantar apenas la vista de los papeles, contestó:
_Eso cuesta dinero. Ya te he dicho que no quiero perder ni una sola corona.
_Pero es injusto que tú seas tan rico y que esta niña sea tan pobre _insistió Sofía.
_ ¡Tonterías! La justicia sólo se practica entre iguales.
_ ¿Qué quieres decir con eso?
_Yo empecé con las manos vacías, tiene que merecer la pena trabajar. ¡Eso es el progreso!
_ ¡Por favor!
_Si no me ayudas moriré _dijo la pobre niña.
El hombre de negocios volvió a levantar la mirada de los papeles y golpeó la mesa con su pluma.
_No eres una partida en mi contabilidad. Vete a la casa de beneficencia.
_Si no me ayudas, incendiaré el bosque _prosiguió la niña pobre.
Finalmente el señor de detrás del escritorio se levantó, pero la niña ya había encendido una cerilla y la había acercado a unas pajas secas, que empezaron a arder instantáneamente.
El hombre rico levantó los brazos.
_ ¡Socorro! _gritó_. ¡El gallo rojo está cantando!
La niña le miró con una sonrisa burlona.
_Al parecer no sabías que soy comunista.
De repente habían desaparecido la niña, el hombre de negocios y el escritorio. Sofía se quedó sola, pero las llamas ardían cada vez con más intensidad en la hierba seca."

Fragmento tomado del libro "El mundo de Sofía" de Jostein Gaarder

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