martes, 15 de septiembre de 2009

Tendedle murallas a ver quién lo apaga


Y así las llamas marcaron el sendero que nos dividía. Ni ellos ni nosotros lo habíamos pensado…el fuego había adquirido vida y ninguno de nosotros había tenido nada que ver con ello…
Fue la flama que danzaba frente a nuestros ojos, la viveza de un danzar completamente libre, completamente independiente de lo ajeno, lo que nos cautivó. Observamos el fuego que aún bailaba formando la raya que nos separaba, la raya que distinguía a los insurrectos de los tiranos.
Fue el fuego danzante lo que nos abrió los ojos…y nosotros que creíamos conocerlo… Parecía reírse de nosotros…domados, jóvenes dormidos…estábamos jugando con fuego con los ojos cerrados.
La noche lo hacía aún más hermoso… Si no lo hubiera vivido en mi propia carne, no lo hubiera creído en relatos.
Tras el progresivo avance impetuoso del fuego, ellos, los tiranos, retrocedieron, nos dieron lugar. Nosotros pudimos ver sus rostros…dejaron de ser seres malignos superiores y comenzaron a ser humanos monstruosos, cobardes, ignotos. Vimos también que eran pocos.
El fuego arremetió nuevamente, y fue tan fuerte que nos obligó a correr la vista…miramos en derredor. Uno al lado del otro, de todos los géneros, razas y culturas…y éramos muchos más que ellos…
Esa noche triunfamos. Esa noche, la flama nos despertó de aquel siniestro sueño en el que estuvimos sumergidos durante toda la vida.
Doy gracias al fuego por haber estado de nuestro lado; a la noche por haber sido compañera y testigo en nuestra lucha…
Y sueño cada día que todas las noches sean nuestras, como lo fue aquella vez.
Gran Rebelión de Diciembre
Poyo Skalari

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