lunes, 28 de diciembre de 2009

Nancy Whisky

"Eddie me recordaba a mis épocas de confusión. El pobre era un grunge sin originalidad, dispuesto a tener sexo con todo lo que se movía.
El pobre era un rubio, escuálido que se disponía a imitar todos los movimientos de Cobain. A veces se le parecía, pero saber que era Eddie me sacaba de quicio.
Jane era una loca que trabaja en Seattle Sound soun great. En verdad, allí trabajábamos todos. Pero Jane era distinta. También era grunge, sí, es cierto, pero en nada se parecía al idiota perdido de Eddie…bueno, en la heterosexualidad.
_Nancy…
_Eddie.
Seattle Sound sound great era todo y nada. Todo para nosotros, los raros, los nada; nada para los Corrientes. En Seattle los corrientes eran los menos. Eso nos convertía a los raros en los comunes y a los comunes en raros.
_Eddie tienen turno contigo. Jimmy tiene tus agujas, no te olvides de pedírselas antes de que se vaya.
Jimmy tiene veintitrés años. Solíamos salir, pero después me di cuenta de que era demasiado tosco…y desprolijo…y masculino.
_Está bien… ¿Nancy?
Lo miré. Odiaba que él me mirara. Era un maldito demente obsesivo. Llevaba mi nombre tatuado en un hombro luego de una maldita noche…la peor de mi vida.
_Te quedan bien.
Tenía puesto un pantalón de hilo, violeta azul y negro. Era el más viejo que albergaba mi armario. De hecho, el más feo y el que peor se ajustaba a mis anchas piernas.
Sonreí para no quedar vanidosa pero todos sabíamos que lo despreciaba.
Eddie subió las escaleras. Arriba estaba el estudio de tatuajes. Abajo el antro marginal que representaba la era majestosa de lo que había sido el grunge en sus mejores tiempos. En la planta baja, en donde siempre estábamos Jane y yo, se hacían los piercing. Las perforaciones extremas solían trasladarse al estudio de tatuajes."
Texto por Poyo Skalari (Fragmento)

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